LA SALVACION NO SE PIERDE YA QUE JESUS ES LA SALVACION Y EL ES ETERNO, EL QUE SE PIERDE ES EL QUE DESCUIDA LA SALVACION.
usted cree que un cristiano ya salvo es siempre salvo???
Rta.
Cuando muere en Cristo YA ES SALVO SIEMPRE SALVO, pero mientras estemos vivos tendremos que PERMANECER EN CRISTO PORQUE SI NO PERMANECEMOS EN EL NOS PERDEREMOS... "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. EL QUE EN MÍ NO PERMANECE, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden." Juan 15:5-6......
De aqui en adelante por Rev. Luis M. Ortiz.
El término “predestinación” fue mal interpretado y mal aplicado
desde los tiempos de San Agustín. “Predestinado”, se le decía, y se le
dice a aquel individuo que supuesta e incondicionalmente se salvará según un
supuesto decreto de Dios. Y según la teoría de San Agustín, a aquellos que Dios
no predestina para ser salvos, los deja, los abandona en su merecida
condenación y perdición. ¡Nada más lejos del Amor, de la Justicia, de la
Sabiduría de Dios, de la contundente evidencia bíblica y de la experiencia
personal!
Está claramente en la Biblia que cuando es usada la palabra
“predestinación”, o “predestinados”, se está refiriendo, no a inconversos para
ser predestinados a la salvación, sino que se está refiriendo, y se les está
escribiendo a los cristianos en conjunto, a los ya salvados, a los ya
redimidos, a los que voluntariamente aceptaron el Eterno Propósito de Dios de
salvarnos en Cristo, “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable”, 1 Pedro 1:8. “Para
vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la
piedra que los edificadores desecharon (voluntariamente), ha venido a ser la
cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque
tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también
destinados”, 1 Pedro 2:7-8.
Así como aquel que cree en Cristo, desde el momento que voluntariamente
recibe a Cristo es hecho hijo de Dios, heredero de Dios y coheredero con Cristo
(Romanos 8:17), y por causa y virtud de su vida transformada por el nuevo
nacimiento en Cristo, desde ese momento queda destinado o predestinado para
recibir mayores bendiciones y recompensas en el Cielo (1 Corintios 2:9), desde
luego, si permanece fiel; de la misma manera, el que no cree en Cristo, el que
voluntariamente rechaza a Cristo, por causa de su propia desobediencia, hace de
Cristo una piedra de tropiezo, y por lo mismo, se está destinando o
predestinando a sí mismo para caer en el lugar destinado o predestinado para
los desobedientes, incrédulos, rebeldes y pecadores: el lago de fuego que arde
con azufre (Apocalipsis 20:15; 21:8).
A la persona que le hacen creer que Dios le predestinó para ser salvo, la
tal persona descarga en Dios toda responsabilidad por la salvación; no se ocupa
de la salvación como nos advierte Dios en su Palabra; sigue amando al mundo y
las cosas del mundo. Y para que la persona esté tranquila y confiada en su
supuesta predestinación, se le suministra un sub-producto de la llamada
predestinación, diciéndole que “una vez que uno es salvo, es siempre salvo”.
¡Y resulta que el remedio es peor que la enfermedad!
En las Sagradas Escrituras la salvación del alma es comparada con el
resplandor de la gloria de Dios en nuestros corazones; y también se nos dice
que “tenemos este tesoro en vasos de barro”, 2 Corintios 4:6, 7.
De un valor tan incalculable y eterno es la salvación del alma, que el Señor,
dijo: “Porque ¿qué aprovechara al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma?”, Mateo 16:26.
Por esta razón el apóstol Pablo, escribe: “Por tanto, amados míos,
como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho
más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”,
Filipenses 2:12.
Y en Hebreos 2:3, leemos: “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos
una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el
Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”. La respuesta es: ¡No hay
escape!
Todos estos versículos, y los siguientes, nos demuestran que la salvación
es un tesoro que Dios ha puesto en vasos de barro (nuestro cuerpo), pero que
Dios también puede retirar el tesoro del vaso que se torna en vaso de deshonra
y de pecado.
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo... Porque somos hechos participantes
de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del
principio” (Hebreos 3:12,14). “Mas el que persevere hasta el fin, éste será
salvo” (Mateo 24:13). “Cualquiera que se extravía, y no persevera
en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios (es decir, perdió a Dios,
perdió la salvación); el que persevera en la doctrina de
Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan verso 9).
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).
“Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así
firmes en el señor, amados” (Filipenses 4:1). “Para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena
obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;... en quien tenemos redención por
su sangre, el perdón de pecados... si en verdad permanecéis fundados y firmes
en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído... para
que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere”
(Colosenses 1:10, 14, 23; 4:12).
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del
don celestial, y fueron hechos participantes del Espíritu Santo, y asimismo
gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y
recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo
para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos
6:4-6).
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque
fiel es el que prometió... no dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se
acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una
horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios... ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al
Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue
santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?... ¡Horrenda cosa es caer
en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:23, 25-27, 29, 31).
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y
mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque
nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:28-29).
Amados, cuando Moisés pidió a Dios que perdonara el pecado del pueblo de
Israel por haber adorado el becerro de oro, Moisés oró y dijo: “Te ruego,
pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,
que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme (bórrame) ahora de
tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí,
a éste raeré yo de mi libro”, Éxodo 32:31-33.
En el mensaje a la iglesia de Sardis, el Señor le dice: “El que
venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro
de la vida”, Apocalipsis 3:5.
Y concluyendo el texto sagrado de la Biblia el Señor Jesucristo, dice: “Y
si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro”, Apocalipsis 22:19.
Amado lector, Dios tiene un libro, el libro de la vida. En este libro son
escritos los nombres de los fieles a Dios, que aman y adoran a Dios; y a la vez
no están escritos en este libro los que no adoran a Dios, sino a sus dioses
falsos. Apocalipsis 13:8; 17:8.
Amado lector, Dios escribe los nombres de los salvos, de los fieles, de los
santos en el libro de la vida; y Dios también borra del libro de la vida los
nombres de los que se descarrían, de los infieles, de los que se vuelven al
pecado.
Amado lector, la teoría de la predestinación no ha pasado de ser eso mismo,
una mera teoría. Y el sub-producto de “una vez salvo, siempre salvo”, no
ha pasado de ser una falacia, un cruel engaño.
Amado lector, Dios da y Él quita. Dios da al fiel y al humilde, y quita al
infiel y al soberbio.
Amado lector, la salvación del alma no es incondicional. Conlleva
condiciones establecidas por Dios el Dador. Cada bendición que Dios da en Su
Amor y en Su Gracia, está condicionada con una responsabilidad que Dios demanda
en Su Santidad y en Su Justicia.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”, 1 Corintios
15:58.