El propósito de Dios y la llamada
Predestinación
Por el Hermano Luis M Ortiz.
Agustín, llamado san Agustín, nació en el año 354 d.C. En su juventud, bajo
la influencia de su madre, Mónica, adoptó el cristianismo. Luego se desvió en
gran manera, y a la edad de 33 años volvió al evangelio. En el año 387 fue
bautizado en agua; en el año 391 fue ordenado presbítero en África; y en el año
398 fue escogido obispo de Hipona Regia.
Cuarenta años antes de Agustín nacer, ya Constantino, el más maquiavélico
de todos los emperadores romanos, había simulado hacerse cristiano, y por su
posición como emperador, también era Sumo Pontífice del paganismo babilónico; y
con su astucia maquiavélica hizo a la iglesia parte integrante del estado, y él
como emperador, vino a ser jefe supremo de la iglesia. No fue que la iglesia
conquistó al estado, sino que el estado conquistó a la iglesia.
Por causa de la protección imperial, se estaban introduciendo en la iglesia
muchos desórdenes de varias clases, confusiones, controversias, polémicas,
incongruencias, falsos conceptos acerca del señor y de su Evangelio, divisiones
y subdivisiones, interpretaciones heréticas, y horribles herejías doctrinales,
y en medio de esa proliferación de interpretaciones heréticas, es que surge
Agustín con otra más, como sigue: “Dios predestina, o elige, a los que por
medio de su gracia han de obtener la salvación, y deja a los demás en su
merecida condenación”.
“La teoría de Agustín”, según lo llamó Erasmo, y otros, desató un huracán
de controversias que arropó a Europa, el norte de África, y hacia el este llegó
hasta la India.
Conforme a la teoría de Agustín, Dios predestina a unos para salvación y a
otros para condenación.
¡Nada más lejos del amor de Dios, de la justicia de Dios, de la sabiduría
de Dios, de la abrumadora evidencia bíblica y de la experiencia humana!
La iglesia en ese tiempo rechazó y enterró “la teoría de Agustín”, y más de
mil años después, Juan Calvino la desenterró, y se esforzó por establecer en
forma coherente y armoniosa las enseñanzas de Agustín, pero no lo logró. De ahí
el apelativo “Calvinismo”. Con frecuencia Calvino rehusó hacer
declaraciones concluyentes sobre esa enseñanza cuando sus seguidores se lo
pedían.
Después de la muerte de Calvino en el 1564, Beza y otros de sus seguidores
siguieron añadiendo muchas otras especulaciones a la teoría de la
predestinación, entre éstas, que “Cristo murió solamente por los
predestinados”. Aún en nuestros días este es un tema controversial.
Si Dios predestinara a unos para salvación y a otros para perdición, ¿qué
haríamos con la Biblia y con la abrumadora evidencia bíblica en contra de la
teoría de la predestinación?
Juan el Bautista, con voz potente y segura presentó a Cristo, diciendo: “He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, Juan 1:29.
Note que no dice que quita el pecado de los predestinados, sino del mundo.
El apóstol Pablo escribe a Timoteo, y dice que Cristo “se dio a sí
mismo en rescate por todos”, 1 Timoteo 2:6. Y en 1 Juan 2:2,
refiriéndose a Cristo, dice que “Él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por lo nuestros (los ya salvados), sino también por los
de todo el mundo”. En Hebreos 2:9, dice que Jesús murió “por
todos”.
¿Y qué dice el versículo más conocido de la Biblia? “Porque de tal
manera amó Dios al mundo (note que no dice, a los predestinados), que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel (note que no dice a los
predestinados) que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”,
Juan 3:16.
Nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz por todo el mundo, esto es, por
cada individuo en todo el mundo, esto es, por cada individuo en todo el mundo,
en todas las generaciones. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada
cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos
nosotros”, Isaías 53:6.
¿Y por qué otros muchos no creyeron en él, y le dijeron al Señor que tenía
demonio? Porque “aman más las tinieblas que la luz” ¿Y por qué tantos aman más
las tinieblas que la luz”? Porque ellos prefieren las tinieblas a la luz, así
como el adultero prefiere la oscuridad de la noche a la luz del día (Proverbios
7:9); y así como nuestros primeros padres se decidieron por el engaño de
Satanás, y rechazaron el consejo de Dios.
Jesús dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos
de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la
verdad, no me creéis”, Juan 8:44-45.
Todo esto nos demuestra que la persona que oyendo el Evangelio cree en
Cristo es porque la persona misma lo ha decidido; y la persona que oyendo el
Evangelio no cree en Cristo es porque la persona misma lo ha decidido.
¿Y por qué unos creen y otros no creen? Sencillamente, porque Dios al crear
al hombre no creó un esclavo, ni un autómata, ni un robot, ni una computadora
que respondiera a las teclas que le tocaran en el Cielo, ni tampoco un
instrumento electrónico que se moviera y actuara de acuerdo a las radiaciones
de energía cósmica que le enviaran desde el Cielo; sino que Dios creó al hombre
“a su imagen y semejanza”, con un espíritu impartido por Dios,
una mente privilegiada, una inteligencia brillante, con una voluntad propia, y
con un libre albedrío, es decir con una facultad y capacidad de analizar,
razonar, decidir y de actuar con reflexión y elección....... Lea la siguiente parte.
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